miércoles, 24 de junio de 2015

Ruta: VII Desafío Aflecho

     Domingo, veintiuno de junio,  en San Esteban del Valle mañana apacible y auguros de un día agradable. Atento  y  cordial recibimiento por parte de Julio “Saroni” patriarca del montuoso reino; ofrendas  con  deliciosos  dulces  y un trago  reconfortante  de  “la tradicional bota”, saludos entre amigos y conocidos,  antes de iniciar la venturosa épica. Trece caballeros de la “Hermandad del Tiétar” somos los elegidos para afrontar el exigente reto ¡¡¡el desafío a  Aflecho!!! ;  “y si alguien se anima, tenemos otra guinda de propina”, el  guasón anfitrión nos convida.

     Comenzamos la jornada por las acogedoras y frescas callejas “tieteras”,  ¿cómo se lo podemos describir a los que no han podido asistir? Pues eso, no hay  formalismos ni protocolo,  desde el kilómetro cero  nos encaramamos en un prolongado y continuo ascenso; al salir, por las angostas callejuelas –antes de abandonar  la villa-  las pulsaciones “ya se alteran”, comentarios divertidos entre los atentos invitados, desde  “¿nos queda mucho?”,  hasta  el ya trillado “¿cuándo llegamos? ”, mientras nos “ventilamos” en el reparador sombrajo;  los  cercados de piedras labradas y con paciencia  alineadas,  a los árboles frutales dando posada y  por   la tendida pendiente de hormigón ya se escuchan  los primeros  “bufidos” y más de un resoplón.  Abrimos  el pórtico del plácido pinar, la magia se comienza a respirar y  Julio “con mucho arte” nos ameniza  con alguna “cancioncilla” típica de la villa; nos embadurnamos con  el  aire límpido y transparente, abundantes  pinochas e hileras de piñas esparcidas por la tupida alfombra  y  dando vida a la inmutable y estirada  pendiente.  Nos agrupamos en el “legendario  puerto” y “un poco más abajo,  en la conocida fuente,   abrevamos”; reponemos botijas y las mochilas para afrontar la “mítica  subida”. Más de lo mismo por el escarpado camino y una  consigna  clara desde el principio, el escalar y escalar es todo un no parar; a nuestro paso, rasgadas regueras, tramos quebrados y descolocadas piedras,  para dar más emoción a la  temida ascensión. Cuando nos asomamos al “gran pelao”, cada cual sube como puede, con furor y mucho brío nos enfrentamos a las irregulares y abruptas pendientes,  perdidas en las  profundidades  de los rincones  más  prominentes ; unos metros para coger aire y en un giro a la izquierda, el enésimo  apretón, antes de  coronarnos en “la bóveda de Orión”. En el izado punto  nos agrupamos y de paso,  “algo picamos”, atendemos a las  clases avanzadas de geografía de la zona,   a la vez ,  que desde la serenidad de la  postal con las generosas vistas nos recreamos.



      
















































     Reemprendemos la marcha, “¡¡¡qué bien, de bajada!!!”,  como bien sabemos, “era una ilusión óptica” para las aclimatadas piernas y los livianos sentidos “o, ¿alguien olvidó la repetida consigna?”. Tenemos un “amago de capea” antes de dar comienzo  la fiesta, pero los astados espantados, no están por la labor y “pasan” de la aguerrida cuadrilla. Arribamos donde acaba el mundo (digo la pista, donde dije digo Diego)¿y ahora qué? “pues parriba” para no variar; unos con las burricletas del ramal, otros tantos, con las acémilas montadas  a la chepa; escuchamos comentarios varios, risas y bromas facilonas por la frondosa  loma, “quince minutos de porteo” dictaba el manual, aunque, ¿fue algo más? Coronamos otro puerto y esperamos, hasta que llegan todos los compañeros. Genuinas panorámicas para agasajar a los ávidos sentidos, la pertinente lección de topografía y orientación “y pabajo es la dirección”; a nuestro paso, el lustroso piornal, un campo de piedras sembradas  y  agradables chorreras por la escondida senda. En mi camino, Chus “Capitán” la cubierta ha “picado” y para el amigo  Saroni “el arañazo” de la afilada piedra; arreglamos las averías, también nos abastecemos de agua bien fría, antes de la partida; por el  descenso placentero, unos, extremamos la precaución,  para otros,  el  soltar los ramales por estos pedregales, es toda una bendición .  Llegamos a Serranillos pueblo, buscamos el caño indicado, cogemos agua –por lo que pueda pasar-  y nos refrescamos. Pues eso, que nos vamos del hilo, para no variar, retomamos  el rutinario tema, “volvemos a escalar” por las pinas calles de la localidad; “un giro hacia la izquierda” para tomar “la empedrada senda” y  “el camino de San Fernando”,  en fila de a uno marchamos por el canchal empinado. A nuestras espaldas, allá en lo más alto, asoman  unas antenas y el amigo Susi, se ha desorientado “¿allí es donde vamos?”, menos mal que no es así, si no, ¡¡¡¡vaya recado!!!! Como “no hay mal que cien años dure”, por estos andurriales andamos, “sube que te sube”;  por la retaguardia se escucha, “¿queda algún lugar más que escalar?” Sergio “Tunin” de fuerzas sobrado,  encabeza la marcha y “por si”, también  la ruta lleva grabada, los demás también bregamos con las “mil cuestas” y por estos lares, el calor hace acto de presencia y su castigo se deja notar. Nos volvemos a agrupar a la sombra del agradable pinar, hasta que llegan los demás compañeros; desde aquí,  la pista es más tendida y hasta un cortafuegos  de “playmobil” también tenemos. Aunque parezca mentira,  a estas horas tenemos un tramo llano, ¿será, que algo bueno nos está acechando? Otros cuatro kilómetros más de cuestas llevaderas (algunos piensan en darse la vuelta, antes tal condena) Julio nos despeja con exactitud la incógnita de la enésima subida; nos adentramos en el callejón del frondoso  piornal y otro “ratito a escalar”; trepada bastante jovial y entretenida,  salvamos la valla de seguridad y nos adentramos en la colosal catedral; singulares parajes rendidos a la idílica belleza, etéreos fotogramas haciendo el paseíllo a la intrépida escuadra,  antes de hacer cumbre en “la casa del guarda”. Nos refrescamos con las  “aguas milagrosas” del rebosado pilón, algún “tentempié”  también echamos para engañar a la andorga  y volvemos a reagrupar al desperdigado personal. Desde aquí, subimos otro poco más, - de la guinda, mejor ni hablar-  hasta “la estación lunar”, sublimes estampas para conservar en la retina del recuerdo; majestuosas vistas en nuestro merecido planear, “allá abajo decidimos el mejor camino”. Foto de hermandad en el puerto; bajada relajada y en modo  distendido, disfrutando de las espectaculares postales que nos brinda  el barranco de las cinco villas; en la tercera salida, por el abigarrado pinar, nos aguardan veredas, ocultas entre crecidos  helechos  y otros “marullagos” estirados, saboreamos los fantasiosos tramos, pero más de uno, en la “opcional” ya vamos pensando; en la “recta” final,  la burricleta averiada, nos vuelve a dar la lata; unas pocas veces hinchamos antes de dar por clausurada la épica batalla.

        La “opcional”, buenos momentos en la mesa, para recordar;  regados con zumo de cebada, tortilla, minutejos, croquetas de “boletus” y otros alimentos, tarta de tres chocolates para endulzar la jornada………Y hasta la próxima,  amigos y compañeros "tieteros/as".

 
   












































































































     En definitiva, ruta circular de 48 kilómetros, hemos transitado por el Camino de la Capellanía, Hoyos del Pilón, camino de “pinamoso”, Camino El Horcajo, Camino Los Cervigueros, Fuente Los Corralillos (puerto de Serranillos), Camino del Aflecho, Puerto de Lagarejo, Serranillos, Camino dehesa de San Esteban, Camino Los Horcos,  Casa del Guarda, Puerto de Serranillos, El Venero, Senda el Vahillo, Senda Cuevas del Arroyo.


     Pd: Saroni, muchas gracias por todo, también por volver a rememorar  esta GRAN-DIO-SA etapa del 2010.


      Buen día…………….SALUD.



   “mil caminos por andar y mucho tiempo perdido sin saber a dónde ir,  no tengo tiempo ni sitio….” 

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